El veneno de la actuación le picó fuerte a la artista, que a partir de ese momento decidió presentarse a todos los concursos de cante que promovían las emisoras para descubrir artistas noveles. “Le dijimos: ‘Si no estudias, no cantas’”, confesó su madre, Ana Martín, quien en su juventud había sido bailaora para compañías como la de Juanita Reina. “Como a ella lo que más le gustaba era cantar, no tuvo más remedio que estudiar, pero solo hasta los trece años”.
Según la propia Isabel, su padre enfermó de hepatitis y entonces “se hizo necesario quitar alguna boca de casa, en la que se vivía al día. Todos estaban trabajando en el tablao flamenco El Rombo, en Can Pastilla, y yo me fui de vacaciones con ellos”. Aquel verano de 1969 debutó como bailaora junto a su primo Antonio Cortés, alias Chiquetete, aunque en un momento dado también empezaría a cantar algún temita para deleitar al público del local.


